Recojo mis pasos como si fueran caramelos
como aquel día cuando las alas de los ángeles se volvieran
rojas
y la luna se estrello en 300 pedazos que llenaron el fin del
mundo.
Miro el tronco que se dispone a sonreír, mas no se atreve
por miedo, miedo de dejar de ser tronco y volverse humano
y perderse en pensamientos abstractos donde solo las libélulas
ven la luz
Respiro despacio para no bañarme del agua que es trasparente
en los sueños
reflejante y innocua como el alma de un niño que ha perdido
la esencia y se pregunta ¿quien es y porque no ha llegado?.
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