“Tomar una hoja y convertirla en sobre, porque el sobre no es un sobre, es una carta, y como
lo improbable donde las cosas son
aunque no deberían ser, y escribir para ti cosas sencillas”
Escribir sobre lo inacabado, la nada y el vacío que nos
envuelve como serpiente de plata
pensar y soñar que lo tenemos todo y somos alma inerte en el
abismo de las entrañas
gritar, y hablar queriendo explotar evaporado como nube que
gotea tinta.
Ven y aléjate que mis ojos son cadenas de memorias, son orquídeas
malditas que danzan y sonríen
queriéndolo todo y a la vez nada como si el infierno fuera
el cielo y nuestra historia una chispa
azulada y rojiza que no se decide, que explota e “inplota[1]”
en el humo del cafe.
Toma una hoja y conviértela en sobre, en carta y en eje de
nuestra vida, en recuerdo de lo que fue
y pensaste seria, en algo confuso y sagrado, en sangre y
comida, en agua del barco, en colina y
ensueño.
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